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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Alfred y Agatha

Entrevista a Ana Campoy, escritora novel de literatura juvenil

Ana Campoy posa junto a algunos ejemplares de su segundo libro

Ya os he hablado con anterioridad de Las aventuras de Alfred & Agatha, la nueva saga de misterios juveniles que acaba de llegar a las librerías, y ahora, gracias a la inestimbale colaboración y ayuda de su escritora, Ana Campoy, puedo ofreceros esta entrevista con la mente tras las obras.

Carcayú: Lo primero de todo, háblanos un poco de ti, ¿qué debería saber el mundo sobre tu persona como escritora?

Ana Campoy: Vaya… pues no sé… Tal vez que procuro tomarme todo esto muy en serio. Porque en el mundo de la LIJ (la literatura infantil y juvenil) hay mucho que aprender. Yo soy una recién llegada como quien dice. Hay compañeros con décadas de experiencia que ya son autores consagrados. Y yo, con mis dos primeros libros publicados me enorgullezco de verme a su lado en la balda de la librería.

C: De todas las ideas posibles, ¿cómo lograste decidirte por ésta?
AC: Porque mi vida ha sido un camino entrecruzado entre el cine y la literatura. Yo estudié Comunicación Audiovisual, y era fan de Hitchcock desde los 10 años. También devoraba libros de misterio como las novelas de Agatha, los cuentos de Poe, las novelas de Doyle... Tal vez lo raro es que no hubiera sucedido antes.

C: Tu libro es fácilmente disfrutable tanto por los pequeños como por los adultos, ¿son acaso los libros que quisieras haber leído de pequeña?
AC: ¡Y de mayor! Jajaja. Mi intención era que fueran unos libros apetecibles tanto para niños como para mayores. He procurado hacer tramas divertidas que ni siquiera para un adulto sean fáciles de resolver. También hay pequeños guiños a las obras de Hitchcock y de Agatha, reconocibles para los mayores, pero que no obstaculizan para nada el desarrollo de la historia si el niño no los detecta. Aunque respondiendo a tu pregunta te diré que sí, que de pequeña yo era una fan absoluta de los libros de misterio y de las pelis de aventuras. Y tal vez estos ingredientes han quedado plasmados en Alfred y Agatha.

C: ¿Cuál es la principal traba que se le presenta a un escritor para comenzar su historia?
AC: Uff, qué pregunta… Supongo que te refieres al famoso temor a la página en blanco. En mi caso, las historias comienzan con ideas, conceptos, o imágenes sueltas que voy alimentando, dándoles muchas vueltas en la cabeza. Quien diga que un día abre un Word y se escribe una novela… miente. Todo esto conlleva un trabajo de meditación, de desarrollo. Y en los casos de Alfred y Agatha, también de documentación. Al ser tramas de misterio, hay que tener claro dónde empieza y dónde acaba la historia antes de poner una sola palabra sobre el papel. Además de que en estas novelas, al basarnos en personajes que existieron, la misma realidad hay veces que aporta cosas muy interesantes en la trama. Y jugar con eso es divertido.
Por otro lado, y centrándonos en lo básico del proceso de escritura, siempre hay cosas que se han de decidir, como el narrador, el tono, el punto de vista… que son disciplinas que se aprenden cuando uno avanza en el oficio. Esto es un trabajo de artesanos. El arte de escribir tan sólo puede aprenderse escribiendo.

C: ¿Ha resultado costoso sacar adelante el proyecto, o las editoriales se arriesgan con autores noveles?
AC: Pues he de decir que en mi caso todo ha ido sobre ruedas. No tardé demasiado tiempo en conseguir publicar (conozco compañeros a los que les cuesta años levantar los proyectos, incluso a veces sin conseguirlo). Edebé apostó por la colección desde el principio, cosa que me hace sentirme afortunada, ya que Los diez pájaros Elster (una de las dos entregas que se publican ahora) es mi primera novela.

C: Al final de tus libros hay un pequeño afiche con curiosidades verídicas sobre Alfred Hitchcock y Agatha Christie, ¿esto lo pusiste por los niños o por los mayores?
AC: Pues ni por unos ni por otros, o más bien por los dos. El apartado “¿Sabías qué?” nació por un detalle que quise respetar desde la primera novela, y es que Agatha Christie se llamaba Agatha Miller realmente. Ese era su apellido de soltera, y no fue hasta que se casó con su primer marido cuando lo cambió por el que todos conocemos. Me parecía importante respetar ese apunte en su biografía. Pero al mismo tiempo debía aclarárselo al lector, así que ideé una especie de anexo en el que se explicaran referencias de este tipo; anécdotas curiosas y reales que estuvieran relacionadas con la tramas de los libros. Y por lo que sé de los lectores que ya han leído las novelas (pequeños y mayores), es un apartado que les encanta, pues descubren cosas que no sabían acerca de los personajes reales. Ya que son curiosidades que me he ido encontrando en la labor de investigación y que no son muy conocidas para el público general.

C: Aparte de Alfred y Agatha, ¿hay más personajes reales en tus libros que puedan pasar desapercibidos a primera vista? ¿Qué motivos hay, si es que los hay, para incluir más personalidades históricas?

AC: El círculo familiar tanto de Agatha como de Alfred es verídico, aunque he procurado amoldarlo a las necesidades de las novelas. A medida que vas investigando y metiéndote en este juego de mezclar realidad con ficción, descubres que es muy divertido zambullirte en las biografías de gente que existió realmente. Así que en cada una de las entregas hay un personaje histórico coetáneo que también interviene en las aventuras junto con Alfred y Agatha. En la segunda parte, el elegido es Arthur Conan Doyle. Y en las posteriores entregas sucede lo mismo. Aunque no revelaré aún quiénes son. ¡Me reservo la sorpresa!

C: Tal y como comentas, en El chelín de plata aparece Sir Arthur Conan Doyle, escritor de Sherlock Holmes y El mundo perdido, ¿lo incluiste sólo por estar relacionado con el mundo detectivesco o existen razones más personales?
AC: El primer motivo fue una anécdota real que leí en el periódico, pero llevas razón en que Conan Doyle es un autor que tiene mucho que ver con mi propia vida.
Al principio le incluí en la novela debido a su relación con Agatha Christie, ya que cuando ella era adulta, desapareció misteriosamente durante unos días y él fue uno de los encargados de buscarla. Todo partió de ahí, aunque cuando la novela ya estaba escrita, e incluso impresa, recordé una anécdota personal que había pasado por alto, y es que durante un verano que pasé en Escocia, yo misma viví en la casa de Doyle durante una temporada. Era un edificio que perteneció a su familia, y donde después yo alquilé una habitación. Me pareció muy curioso que años después de vivir bajo su techo, yo misma haya acabado recreándole en una novela.

C: Al mezclarse personajes reales con ficticios uno a veces duda sobre la veracidad de alguno, ¿has conseguido "colársela" a alguien?

AC: Lo cierto es que tengo una anécdota relacionada con eso. Uno de los personajes de El chelín de plata, es un matemático extraño y huraño que es vecino de Agatha. Como le coloqué un nombre muy creíble, en la misma editorial creyeron que se trataba de un personaje real, e incluso me sugirieron que le mencionara en algún apartado del “Sabías qué”. Por desgracia, el matemático es completamente ficticio, aunque la confusión me hizo gracia. Es la magia que tiene este juego de mezclar realidad con ficción, que a veces los límites se difuminan.

Esto ha sido todo por el momento. Cabe agradecer, una vez más, la amabilidad y predisposición mostradas por la joven escritora para el buen hacer de esta entrevista. Desde aquí, quisiera aprovechar para desearle mucha suerte y todo el éxito que se merece en sus proyectos.

Esta entrevista y muchas más en Ruta 42

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